Claves para resolver la inseguridad

Cada vez con más frecuencia me hacen la misma pregunta: ¿Cómo podemos abordar y resolver el problema de la inseguridad en Venezuela?

Las preguntas complejas no tienen respuestas sencillas. Sin embargo, trataré en menos de mil palabras responder, desde mi punto de vista y mi experiencia, lo que considero son las claves para reducir sensiblemente lo que se ha convertido en el problema de mayor impacto social y económico de la nación. En este ejercicio corro el riesgo de dejar por fuera muchas iniciativas y proyectos que han probado ser exitosos en el pasado o más allá de nuestras fronteras. Si ustedes quieren colaborar conmigo, ruego me hagan llegar sus comentarios a mi correo electrónico.

Voluntad política: es la base y fundamento para impulsar el cambio positivo. Sencillamente no es posible resolver la inseguridad si no existe disposición real de transformación. Esta voluntad aplica para todos los niveles de gobierno; nacional, regional y local, así como para los órganos del Estado responsables de la administración de justicia. La voluntad debe traducirse en coordinación y cooperación interinstitucional, asignación justa de presupuestos y acción conjunta para la reducción del delito.

Efectividad del sistema de administración de justicia: no cabe la menor duda que policías, fiscales, jueces y recintos penitenciarios conforman un eje en el control de la violencia en el país. Los cuerpos policiales requieren más efectivos, mejor dotación de tecnología y equipamiento, mejor formación para la prevención, control e investigación de los delitos, mejores condiciones socioeconómicas y espíritu de cuerpo basado en valores y principios éticos de actuación. De igual forma, tenemos que aumentar la cantidad y calidad de los fiscales de procesamiento y enjuiciamiento criminal. Es imposible resolver la inseguridad cuando sobre el escritorio de un fiscal reposan tres o cuatro mil casos pendientes siquiera de ser hojeados. Asimismo, los jueces penales del país requieren un proceso limpio de selección, más experiencia, ser medidos por la calidad de sus sentencias y ser apoyados con los recursos del Estado para alcanzar sus propósitos. Es necesario también hace una revisión profunda del Código Orgánico de Procesamiento Penal para corregir “agujeros” a través de los cuales quedan impunes muchos delitos. Igualmente, el sistema carcelario necesita con urgencia una revisión integral que incluya infraestructura, dignificación del reo y reeducación para insertarse a la sociedad. Dicen que las prisiones de un país son la fotografía de su realidad.

Minimización de la impunidad: actualmente de cada cien homicidios en Venezuela, apenas terminan dictando sentencias condenatorias en dos o tres de ellos. Esto es un 97% de impunidad en el caso del delito más ominoso, imaginen ustedes las cifras en hechos de menor violencia o cuantía. La impunidad es consecuencia de un sistema roto de administración de justicia y a la vez, causa de la desconfianza en las instituciones. La impunidad promueve la venganza, estimula el ejercicio de la justicia por mano propia y potencia la magnitud en la comisión de delitos. La minimización de la impunidad tiene que ser un objetivo estratégico primordial de una democracia institucional y requiere la voluntad y el concurso de toda la sociedad, más aún de aquellos sobre los cuales recae la decisión de privar o dejar en libertad a un individuo. La condena moral o social a aquel que comente faltas debe también extenderse a los ciudadanos. Es preocupante cómo en nuestra nación nos estamos connaturalizando con la violencia, la corrupción y la violación de normas. Esta anomia forma parte de la peor impunidad de todas que es la desensibilización de los ciudadanos frente a su propia realidad.

Política efectiva de desarme de la población: para cometer un delito se requieren medios y herramientas. Por ello, las armas de fuego o las motos son tan apetecidas por el hampa. Una política efectiva de desarme debe contar al menos con dos canales de acción; uno de ellos es la entrega voluntaria de armas de fuego a cambio de recompensas (becas, computadores, créditos para reparación de viviendas,etc.) y otro, coercitivo o forzoso, coordinado con acciones policiales de penetración en zonas de alto riesgo dominadas por bandas criminales. Los cuerpos de inteligencia policial y militar conocen muy bien los sitios de operación de la delincuencia y pueden por tanto, activarse para desarmar y desmantelar a estos grupos irregulares.

Reconquista de espacios dominados por la violencia: Cuando el Estado deja de hacer presencia sobre el territorio, no dudemos que otros con fines poco nobles, tomarán su lugar. El país está perforado por miles de puntos negros en los cuales la violencia, la delincuencia, el tráfico de dorgas y el hampa ejercen su acción de manera abierta y sin el menor control. Si el Estado y sus ciudadanos no ejercen presión para adueñarse de los espacios públicos, de calles, aceras y de las escaleras en los sectores populares no será posible minimizar la acción delictiva. Los contextos urbanos son espacios para el ejercicio permanente de la ciudadanía. La mayoría de las personas son buenas, honradas y están dispuestas a colaborar en la reducción de la violencia. Sólo hace falta la voluntad y acción de coordinación para lograrlo.

Revalorización de la familia y el individuo: es indiscutible que ninguna acción para reducir el delito en el país es viable sin el rescate profundo de los valores personales y ciudadanos. En este ámbito,  el rol de la familia como institución formadora es de primer orden. La tolerancia y el respeto son bases de la necesaria convivencia para que se dé el intercambio pacífico de las relaciones entre individuos de una sociedad. Si vemos al otro como adversario a derrotar y no cómo un aliado para hacer el bien, estamos fracasando desde la raíz. Sólo como ejercicio les invito a sonreírle y saludar a cualquiera en la calle cómo gesto de buena conducta ciudadana y verán el temor o la violencia con los que la gente responde….

Todo lo que escribí en estas apretadas líneas es posible de realizar, ojalá podamos pronto ponernos de acuerdo para empezar.

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